
04 Oct Conferencia Amigos ex becarios Fulbright
Por Pedro Alonso.
Madrid, 3 de octubre del 2023-05-31
«Fundación Dádoris: Ayudando a construir el futuro desde la sociedad civil, a través del apoyo meritocrático a jóvenes con talento, pero sin recursos económicos»
«Fundación Dádoris: Ayudando a construir el futuro desde la sociedad civil, a través del apoyo meritocrático a jóvenes con talento, pero sin recursos económicos»
Buenas tardes a todos,
Muchas gracias por la oportunidad que nos brindáis de presentar nuestro proyecto de Dádoris ante un grupo de personas a las que admiramos y con las que sentimos estrechos lazos de conexión.
Hoy no estaríamos aquí sin la intervención de dos personas que lo han hecho posible: Ángel Álvarez y José Luis Cortina. Muchas gracias a ambos.
Os podré hablar de Dádoris y también compartir algunas reflexiones con todos vosotros.
El 2 de septiembre de 1.945 se daba por finalizada la II Guerra Mundial. Terminaba un terrible conflicto bélico y daba comienzo un conflicto ideológico mundial: libre mercado o economía planificada, individuos o estados, libertad o comunismo, modelo americano o soviético.
El comunismo, encarnado por la Unión Soviética presentaba muchas cartas a su favor: había puesto la mayor parte de las vidas sacrificadas en la lucha contra el nazismo; en una situación depauperada económicamente como la que se vivía, el mensaje de repartir, de colectivizar los bienes sonaba más cálido y cercano.
Incluso un héroe de guerra, Winston Churchill perdió las elecciones en su país en favor del partido liberal con propuestas de corte socialista.
Frente a ello, el modelo de libertad económica y social representado por los EEUU sonaba lejano y la última experiencia democrática vivida en Europa había desembocado en crisis, populismo y guerra.
En ese contexto de guerra fría, desde los EEUU, se plantearon múltiples iniciativas, entre otras: el plan Marshall o las becas Fulbright.
No voy a contarles lo que Uds. conocen mejor que yo, pero todos sabemos que las becas Fulbright han sido uno de los mejores instrumentos de diplomacia americana.
Fomentando el intercambio educativo entre líderes futuros han podido contribuir a “convertir espadas en arados”.
Cuando uno profundiza en los requisitos para las becas fulbright rápidamente encuentra términos que nos inspiran en Dádoris: excelencia, talento, esfuerzo, generosidad, liderazgo, meritocracia…
Estaremos de acuerdo que no son conceptos muy en boga últimamente, pero en Dádoris los consideramos la base y la razón de nuestra labor. Estamos en una clara contienda de ideas donde la prevalencia de ciertos valores ha decaído en favor de otros, bien por descreimiento, bien por preponderancia de los nuevos valores.
Así, la meritocracia ha dejado de ser un valor compartido en todo el espectro ideológico y se ha situado en el terreno del pensamiento liberal o conservador. Lejos
quedan los apoyos que recibió en EEUU con Bill Clinton, en el Reino Unido con Tony Blair o incluso en España con Felipe González. Sorprende que desde instancias “meritocráticas” como puede ser la universidad de Harvard, uno de sus catedráticos más eminentes, Michael Sandel, lo critique abiertamente (“La tiranía del mérito”).
Y qué decir en los medios de comunicación españoles. No hay mes en el que El País o incluso El Confidencial no lance una diatriba a su línea de flotación.
Frente a la meritocracia, se favorece la desigualdad restauradora de quebrantos históricos de todo tipo: raza, género, condición sexual o de cualquier otro tipo de víctimas o perjudicados. Frente a la responsabilidad del individuo, vence la obligación del Estado de proveernos y garantizar todos los derechos. El BOE se ha convertido para algunos en la varita mágica que todo lo puede. ¿Conseguirán que el Sol salga por el oeste también? Frente a la necesidad del esfuerzo (limitado exclusivamente a los deportistas) las bondades del “dolce far niente” o la seguridad del empleo fijo y por vida se imponen (ver las estadísticas de creación de empleo en España). Y la pregunta que nos hacemos muchos es: ¿qué alternativa probada y eficaz tenemos a un sistema que sin duda alguna es imperfecto? Hemos conocido otros muchos sistemas: el nepotismo, el amiguismo, el sistema de castas, los gremios, etc. Y ya sabemos a qué conduce: pobreza, desigualdad e injusticia. Desastre absoluto. ¿Se acuerdan Uds. de la frase de “la democracia es el peor sistema de gobierno excluyendo a todos los demás”? Pues algunos consideramos que estamos en esta situación y frente a alternativas adanistas o voluntaristas, apostamos por una actuación reformista de mejorar, en la medida que podamos, algunas de sus incorrecciones para que el sistema de valores siga funcionando.
Algunos critican la meritocracia porque no se parte de una situación de igualdad de oportunidades. Los griegos decían que los dioses castigaban a sus preferidos concediéndoles sus deseos. Igualdad de oportunidades. Cuidado con lo que pedimos porque si lo pensamos bien, la única forma de conseguirlo absolutamente sería, por ejemplo, poniendo en práctica el modelo platónico (o sea, separando a los niños de sus familias a los 7 años y dándoles a todos la misma formación) o los sistemas comunistas o fascistas de tristísimo recuerdo.
Nosotros creemos en que todo el mundo se merece una oportunidad. No puede ser que personas que han demostrado aptitud y actitud, se queden en el camino por haber nacido en una familia con circunstancias económicas precarias o ni siquiera tener referentes paternos. Ni es justo ni es responsable. Si no les damos la oportunidad por humanidad, démosla por egoísmo. Esta sociedad no está para desperdiciar el talento. Creemos en la colaboración no excluyente de iniciativas desde el sector público con el sector privado. No creemos que ninguno de los dos ámbitos tenga la exclusividad. Más bien al contrario, ambos deben colaborar en esta labor crítica para todos.
¿A qué se dedica Dádoris?
Dádoris es una fundación que ayuda a jóvenes excelentes de bachillerato (media de sobresaliente como mínimo) que quieren acceder a la universidad, pero por la precariedad de medios económicos de sus familias (por debajo del umbral uno de pobreza de la Administración) e insuficiencia de las becas públicas, no pueden hacerlo. Les damos ayuda económica (una media de 6.000 euros, aunque se ajusta según las necesidades de cada uno y puede ser entre 2.500 y 9.000 euros) y también una tutoría orientadora para ayudarles a optimizar todo su potencial (idiomas, prácticas laborales, etc..). Queremos que además de ayudarles en sus problemas económicos. les orientemos en las claves para desarrollar todo su potencial y puedan destacar y liderar en el futuro. Por ello, ponemos mucho foco en que aprendan idiomas. A veces es difícil convencer a un joven en estas situaciones de precariedad económica, que inviertan tiempo más allá de sacar buenas notas y se dediquen a conocer otros idiomas, inglés fundamentalmente. Tenemos que invertir tiempo en formarles también en hábitos sociales, en cómo preparar un CV o una entrevista de trabajo. Tenemos que enseñarles a “tocar las puertas” de las instituciones de excelencia para que les dejen entrar. Por ejemplo, este verano, los estudiantes Dádoris han estado haciendo prácticas en Uría Menéndez, IMDEA, Saica, UIMP, etc.
Tenemos que fortalecer su autoestima y derribar las paredes de desconfianza que tienen respecto a la sociedad en general y las empresas en particular. Comparto con todos Uds. las palabras de una de nuestras premiadas, Jennifer Meza, dichas en la entrega de premios de la pasada semana:
“Describir lo agradecida que estoy con la Fundación Dádoris en pocas palabras es imposible. Su apoyo va más allá de lo económico, también ofrecen diversas oportunidades para que desarrolles tu carrera profesional y nos han llevado a visitar diferentes lugares. Sin embargo, lo que más peso tiene para mí en esta etapa tan vulnerable es el esfuerzo que ponen para hacernos creer en nosotros mismos y en nuestro esfuerzo. El primer año no lo entendía, ¿por qué hablan «tan bien» de nosotros, de mí? En el segundo año asentía de vez en cuando – con dudas, pero lo hacía-. Este pasado viernes por fin entendí que tanto mis compañeros como yo poseemos el talento y todas las capacidades para ser «los líderes del futuro», lo único que nos faltaba era apoyo, apoyo que encontramos en la Fundación»
En definitiva, vamos más allá de darles apoyo económico. Les damos un apoyo completo.
Comenzamos hace cinco años y en estos momentos tenemos 82 estudiantes y 9 egresados. A modo de detalle, de los egresados, tenemos dos premios extraordinarios de su promoción. Tenemos 2 aspirantes a judicaturas (si alguno de ellos lo consiguiese, podrían ser los primeros jueces de origen gitano en la judicatura), tenemos a un estudiante haciendo un master de física cuántica en la Escuela Técnica de Zúrich, etc.
De los estudiantes en activo, dos tercios de los estudiantes son mujeres, el cincuenta por ciento tiene uno o sus dos padres de origen extranjero, están repartidos por toda España y estudian todo tipo de carreras, aunque ingeniería, medicina, derecho, psicología y físicas y matemáticas son las más demandadas.
Los perfiles sociales son básicamente de dos tipos: estudiantes que provienen de entornos rurales con dificultades para trasladarse fuera de sus poblaciones o estudiantes urbanos pero que provienen de entornos económicos tan precarios que sus familias requieren de su trabajo para poder sustentarse o directamente no tienen familias y tienen que valerse por ellos mismos. Hablarles a determinadas familias de la importancia de la educación de sus hijos y del futuro más brillante que les espera es como hablarle a una mariposa del invierno. Por supuesto que quieren a sus hijos y quieren darles lo mejor, pero la necesidad del presente les agobia y tenemos que cubrir dicha necesidad familiar.
¿Qué les pedimos a cambio?
El premio se concede y renueva anualmente. Tienen que eguir siendo excelentes, año a año. Esto no es sacar una oposición y bajar el listón de rendimiento. Por supuesto que entendemos que en la Universidad no se les puede pedir a todos que sigan con media de sobresaliente o Matrícula de honor, pero tampoco nos vale con “ir aprobando”.
Les pedimos que hagan 50 horas de voluntariado, totalmente altruista, al año. Una hora a la semana. Pueden elegir dónde y cómo quieren hacerlo, pero nos gusta más que lo hagan en ámbitos educativos. Que vean el poder transformador que tiene la educación, no sólo para ellos, sino también para otros. Y por último les pedimos que asuman el compromiso ético, no legal, de que cuando la vida les vaya bien, ayuden económicamente y con tutoría a otro estudiante en su misma situación actual a través de la Fundación. Tengo una gran curiosidad por ver cómo funciona este último punto en el futuro. ¿Alguna información sobre cómo Fulbright os pide apoyo de vuelta? ¿Qué porcentaje de los premiados participa en las actividades? ¿Y aportando financiación? Esto es lo que hacemos, pero también es relevante cómo lo hacemos:
Somos una fundación que funciona con un principio de Gastos cero. Eso quiere decir que no tenemos gastos de personal o estructura, todos somos voluntarios. Todos los fondos que se obtienen van dirigidos a los estudiantes, o bien directamente en forma de premio o sufragando sus gastos en cursos, herramientas o cualquier otra ayuda que precisen. Somos 175 voluntarios, organizados en Comités. Napoleón decía que, si quieres que algo no funcione, crea un comité. Nosotros tenemos 10 comités diferentes. Y en cada comité hay por lo menos dos personas por función. Viva la eficiencia dirán algunos… Muchos de los voluntarios colaboran como tutores de los estudiantes. Y otros organizando las tareas de la fundación. El segundo principio operativo es que todos los fondos que obtenemos proceden de la sociedad civil, personas físicas o jurídicas, nunca de fondos públicos. Queremos ser independientes y mostrar que la sociedad civil se hace responsable, más allá de pagar sus impuestos, en la tutela de ciertos valores y personas. La fundación se rige por un principio de total transparencia y nuestras cuentas están auditadas (a pesar de no ser obligatorio) y tenemos el sello de máxima calidad entre las fundaciones: Sello de la Fundación, Lealtad.
Algunos nos dicen: Así no arregláis el problema de la desigualdad de oportunidades. O incluso cuestionan que desde la Sociedad civil podamos involucrarnos en esta tarea.
Pero es que nosotros no somos tan ambiciosos y ante los problemas concretos que vemos, actuamos. Como se dice en el Talmud:
Si no soy yo, ¿quién?
si no es ahora, ¿cuándo?
Si no ayudo a un semejante, ¿qué clase de persona soy?
Algunos calificarán nuestra actividad como elitista, y quizás en su sentido peyorativo. ¿Qué le vamos a hacer? No se puede contentar a todo el mundo.
Si por elitista asumimos la creencia de que aquellas personas que tienen talentos superiores deben recibir una formación superior, sí que lo somos. Estamos dispuestos a invertir recursos, tiempo y dinero, en que estas personas alcancen la excelencia y puedan asumir mayores responsabilidades en el futuro de lo que quizás su situación socioeconómica les hubiera permitido. En palabras de un reformista ilustrado: “Tenemos necesidad de élites bien preparadas para mejorar la sociedad. Combinemos la felicidad privada y la pública felicidad”. Élites que no tengan que venir condicionadas por las condiciones económicas o sociales de su familia sino por el talento y esfuerzo de cada cual. Todos están llamados a élite, pero solo quienes se lo ganen deberían acceder a ella. “Aristocracia” del mérito, no del nacimiento.
Miren Uds. España está sistemáticamente por debajo de la media con otros países en casi todos los indicadores de formación de sus estudiantes. A modo de ejemplo en el estudio PISA o en el más reciente PIRLS (encuesta que mide la capacidad lectora y de comprensión de los estudiantes de 4º de la ESO). Y eso, aunque nuestros niveles de inversión por estudiante están en la media de la OCDE.
¿Qué nos dicen los datos? Pues nos dicen que nuestro problema está en que los mejores estudiantes que tenemos, ni son tan buenos como los mejores de otros países ni tenemos una proporción equivalente. Tenemos una menor proporción de estudiantes brillantes. En España hemos hecho un esfuerzo evidente en reducir las tasas de abandono escolar. En los últimos 20 años se ha pasado de una tasa de abandono del 38% (estudiantes que no terminan la formación obligatoria) a un 12% aproximadamente. No sé si ello es porque hemos mejorado las técnicas de educación o motivación, o porque hemos rebajado el listón, pero ahí estamos.
Ahora lo que tenemos que hacer es mejorar a nuestra élite. Tienen que ser más y mejores. Y la ejemplaridad de los que tenemos y el trato que les damos debe ser un incentivo para todos. Una de nuestras graduadas en Magisterio, gitana, nos explicaba cómo de raro fue en su entorno que pidiese ir a la universidad. No tenía ningún referente en su familia. Y nos contaba con orgullo como su sobrina de 8 años no quitaba los ojos de los libros porque la tenía a ella como referente y quería ser maestra también. Esos son los ejemplos que tenemos que dar. España está estancada en términos de renta per capita desde 2005. Nuestro diferencial frente a la media de la UE se está incrementando y en los últimos años, 5 países nos han adelantado. Si no hay crecimiento, más bien, pérdida de posición competitiva, las nuevas generaciones tendrán la percepción de que no progresan y su “cabreo” con el sistema irá in crescendo. Y posiblemente esta reacción no sea para bien. A la vista está la efervescencia populista que observamos.
¿Por qué este estancamiento y pérdida de posición relativa y por lo tanto empobrecimiento? Todos los economistas, y en esto no hay polémica, dicen que es porque no está mejorando nuestra productividad. Y la productividad solo mejora por dos vías: o invirtiendo más capital económico o mejorando la formación de las personas (incrementando el capital humano). El nivel formativo general de España ha mejorado indudablemente (más universitarios que nunca, más personas con formación que nunca, etc..). ¿Por qué no mejora entonces nuestra productividad? No soy economista, estudié empresariales que no es lo mismo, pero sí que voy a poner encima de la mesa algunos datos recientes que nos pueden llevar a reflexionar: España ha incrementado su población activa ocupada en casi 500.000 personas desde el 2019 hasta 2023. De ellos, 270.000 en la función pública (un 55% del total empleo creado, cuando en términos absolutos, el sector público en total representa únicamente un 15% aproximadamente) y 230.000 en el sector privado (un 45% del empleo creado, cuando el sector privado representa el 85% del total empleo en España).
De los 270.000 puestos creados en el sector público, un 97% lo han copado personas nacidas en España. De los 230.000 puestos de trabajo netos creados en el sector privado, los trabajadores nacidos en España se han reducido en 235.000 y los nacidos en el extranjero han crecido en 465.000. Si analizamos el perfil formativo de la población inmigrante que llega a España, básicamente con un nivel formativo muy bajo, podemos hacernos una composición de lugar. Lógicamente trabajan en lo que pueden y por supuesto que necesitamos cuidadoras y trabajadores en el campo, en la hostelería o en la construcción, pero esos sectores no son los que generan mayor valor añadido. No es su responsabilidad. Necesitaremos tiempo y recursos para formarles. Los que ya tenemos formados son los que tienen que asumir el reto, el liderazgo. Pero cada uno tiene que sacar sus propias conclusiones y recetas. No es mi función ni el lugar.
Estamos convencidos de que no hay mejor inversión para cualquier individuo y en una sociedad avanzada que invertir en educación. Gracias a ella, los individuos se enriquecen y por ende las sociedades. No creemos que la riqueza sea un bien fijo. Aquí no funciona el primer principio de la termodinámica (la energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma). La riqueza se crea y destruye (la historia de los individuos y de las naciones así nos lo demuestra) y si queremos que nuestros hijos puedan seguir disfrutando del estado del bienestar que tenemos, tendrán que permitir que los más talentosos prosperen en una sociedad justa y puedan poner su talento en beneficio de ellos y de la sociedad.
Ellos formarán parte de la élite (por sus méritos) y los que liderarán y tirarán de los demás. Sin una élite meritocrática, bien formada y agradecida, no hay sociedad que prospere.
Muchas gracias
Muchas gracias por la oportunidad que nos brindáis de presentar nuestro proyecto de Dádoris ante un grupo de personas a las que admiramos y con las que sentimos estrechos lazos de conexión.
Hoy no estaríamos aquí sin la intervención de dos personas que lo han hecho posible: Ángel Álvarez y José Luis Cortina. Muchas gracias a ambos.
Os podré hablar de Dádoris y también compartir algunas reflexiones con todos vosotros.
El 2 de septiembre de 1.945 se daba por finalizada la II Guerra Mundial. Terminaba un terrible conflicto bélico y daba comienzo un conflicto ideológico mundial: libre mercado o economía planificada, individuos o estados, libertad o comunismo, modelo americano o soviético.
El comunismo, encarnado por la Unión Soviética presentaba muchas cartas a su favor: había puesto la mayor parte de las vidas sacrificadas en la lucha contra el nazismo; en una situación depauperada económicamente como la que se vivía, el mensaje de repartir, de colectivizar los bienes sonaba más cálido y cercano.
Incluso un héroe de guerra, Winston Churchill perdió las elecciones en su país en favor del partido liberal con propuestas de corte socialista.
Frente a ello, el modelo de libertad económica y social representado por los EEUU sonaba lejano y la última experiencia democrática vivida en Europa había desembocado en crisis, populismo y guerra.
En ese contexto de guerra fría, desde los EEUU, se plantearon múltiples iniciativas, entre otras: el plan Marshall o las becas Fulbright.
No voy a contarles lo que Uds. conocen mejor que yo, pero todos sabemos que las becas Fulbright han sido uno de los mejores instrumentos de diplomacia americana.
Fomentando el intercambio educativo entre líderes futuros han podido contribuir a “convertir espadas en arados”.
Cuando uno profundiza en los requisitos para las becas fulbright rápidamente encuentra términos que nos inspiran en Dádoris: excelencia, talento, esfuerzo, generosidad, liderazgo, meritocracia…
Estaremos de acuerdo que no son conceptos muy en boga últimamente, pero en Dádoris los consideramos la base y la razón de nuestra labor. Estamos en una clara contienda de ideas donde la prevalencia de ciertos valores ha decaído en favor de otros, bien por descreimiento, bien por preponderancia de los nuevos valores.
Así, la meritocracia ha dejado de ser un valor compartido en todo el espectro ideológico y se ha situado en el terreno del pensamiento liberal o conservador. Lejos
quedan los apoyos que recibió en EEUU con Bill Clinton, en el Reino Unido con Tony Blair o incluso en España con Felipe González. Sorprende que desde instancias “meritocráticas” como puede ser la universidad de Harvard, uno de sus catedráticos más eminentes, Michael Sandel, lo critique abiertamente (“La tiranía del mérito”).
Y qué decir en los medios de comunicación españoles. No hay mes en el que El País o incluso El Confidencial no lance una diatriba a su línea de flotación.
Frente a la meritocracia, se favorece la desigualdad restauradora de quebrantos históricos de todo tipo: raza, género, condición sexual o de cualquier otro tipo de víctimas o perjudicados. Frente a la responsabilidad del individuo, vence la obligación del Estado de proveernos y garantizar todos los derechos. El BOE se ha convertido para algunos en la varita mágica que todo lo puede. ¿Conseguirán que el Sol salga por el oeste también? Frente a la necesidad del esfuerzo (limitado exclusivamente a los deportistas) las bondades del “dolce far niente” o la seguridad del empleo fijo y por vida se imponen (ver las estadísticas de creación de empleo en España). Y la pregunta que nos hacemos muchos es: ¿qué alternativa probada y eficaz tenemos a un sistema que sin duda alguna es imperfecto? Hemos conocido otros muchos sistemas: el nepotismo, el amiguismo, el sistema de castas, los gremios, etc. Y ya sabemos a qué conduce: pobreza, desigualdad e injusticia. Desastre absoluto. ¿Se acuerdan Uds. de la frase de “la democracia es el peor sistema de gobierno excluyendo a todos los demás”? Pues algunos consideramos que estamos en esta situación y frente a alternativas adanistas o voluntaristas, apostamos por una actuación reformista de mejorar, en la medida que podamos, algunas de sus incorrecciones para que el sistema de valores siga funcionando.
Algunos critican la meritocracia porque no se parte de una situación de igualdad de oportunidades. Los griegos decían que los dioses castigaban a sus preferidos concediéndoles sus deseos. Igualdad de oportunidades. Cuidado con lo que pedimos porque si lo pensamos bien, la única forma de conseguirlo absolutamente sería, por ejemplo, poniendo en práctica el modelo platónico (o sea, separando a los niños de sus familias a los 7 años y dándoles a todos la misma formación) o los sistemas comunistas o fascistas de tristísimo recuerdo.
Nosotros creemos en que todo el mundo se merece una oportunidad. No puede ser que personas que han demostrado aptitud y actitud, se queden en el camino por haber nacido en una familia con circunstancias económicas precarias o ni siquiera tener referentes paternos. Ni es justo ni es responsable. Si no les damos la oportunidad por humanidad, démosla por egoísmo. Esta sociedad no está para desperdiciar el talento. Creemos en la colaboración no excluyente de iniciativas desde el sector público con el sector privado. No creemos que ninguno de los dos ámbitos tenga la exclusividad. Más bien al contrario, ambos deben colaborar en esta labor crítica para todos.
¿A qué se dedica Dádoris?
Dádoris es una fundación que ayuda a jóvenes excelentes de bachillerato (media de sobresaliente como mínimo) que quieren acceder a la universidad, pero por la precariedad de medios económicos de sus familias (por debajo del umbral uno de pobreza de la Administración) e insuficiencia de las becas públicas, no pueden hacerlo. Les damos ayuda económica (una media de 6.000 euros, aunque se ajusta según las necesidades de cada uno y puede ser entre 2.500 y 9.000 euros) y también una tutoría orientadora para ayudarles a optimizar todo su potencial (idiomas, prácticas laborales, etc..). Queremos que además de ayudarles en sus problemas económicos. les orientemos en las claves para desarrollar todo su potencial y puedan destacar y liderar en el futuro. Por ello, ponemos mucho foco en que aprendan idiomas. A veces es difícil convencer a un joven en estas situaciones de precariedad económica, que inviertan tiempo más allá de sacar buenas notas y se dediquen a conocer otros idiomas, inglés fundamentalmente. Tenemos que invertir tiempo en formarles también en hábitos sociales, en cómo preparar un CV o una entrevista de trabajo. Tenemos que enseñarles a “tocar las puertas” de las instituciones de excelencia para que les dejen entrar. Por ejemplo, este verano, los estudiantes Dádoris han estado haciendo prácticas en Uría Menéndez, IMDEA, Saica, UIMP, etc.
Tenemos que fortalecer su autoestima y derribar las paredes de desconfianza que tienen respecto a la sociedad en general y las empresas en particular. Comparto con todos Uds. las palabras de una de nuestras premiadas, Jennifer Meza, dichas en la entrega de premios de la pasada semana:
“Describir lo agradecida que estoy con la Fundación Dádoris en pocas palabras es imposible. Su apoyo va más allá de lo económico, también ofrecen diversas oportunidades para que desarrolles tu carrera profesional y nos han llevado a visitar diferentes lugares. Sin embargo, lo que más peso tiene para mí en esta etapa tan vulnerable es el esfuerzo que ponen para hacernos creer en nosotros mismos y en nuestro esfuerzo. El primer año no lo entendía, ¿por qué hablan «tan bien» de nosotros, de mí? En el segundo año asentía de vez en cuando – con dudas, pero lo hacía-. Este pasado viernes por fin entendí que tanto mis compañeros como yo poseemos el talento y todas las capacidades para ser «los líderes del futuro», lo único que nos faltaba era apoyo, apoyo que encontramos en la Fundación»
En definitiva, vamos más allá de darles apoyo económico. Les damos un apoyo completo.
Comenzamos hace cinco años y en estos momentos tenemos 82 estudiantes y 9 egresados. A modo de detalle, de los egresados, tenemos dos premios extraordinarios de su promoción. Tenemos 2 aspirantes a judicaturas (si alguno de ellos lo consiguiese, podrían ser los primeros jueces de origen gitano en la judicatura), tenemos a un estudiante haciendo un master de física cuántica en la Escuela Técnica de Zúrich, etc.
De los estudiantes en activo, dos tercios de los estudiantes son mujeres, el cincuenta por ciento tiene uno o sus dos padres de origen extranjero, están repartidos por toda España y estudian todo tipo de carreras, aunque ingeniería, medicina, derecho, psicología y físicas y matemáticas son las más demandadas.
Los perfiles sociales son básicamente de dos tipos: estudiantes que provienen de entornos rurales con dificultades para trasladarse fuera de sus poblaciones o estudiantes urbanos pero que provienen de entornos económicos tan precarios que sus familias requieren de su trabajo para poder sustentarse o directamente no tienen familias y tienen que valerse por ellos mismos. Hablarles a determinadas familias de la importancia de la educación de sus hijos y del futuro más brillante que les espera es como hablarle a una mariposa del invierno. Por supuesto que quieren a sus hijos y quieren darles lo mejor, pero la necesidad del presente les agobia y tenemos que cubrir dicha necesidad familiar.
¿Qué les pedimos a cambio?
El premio se concede y renueva anualmente. Tienen que eguir siendo excelentes, año a año. Esto no es sacar una oposición y bajar el listón de rendimiento. Por supuesto que entendemos que en la Universidad no se les puede pedir a todos que sigan con media de sobresaliente o Matrícula de honor, pero tampoco nos vale con “ir aprobando”.
Les pedimos que hagan 50 horas de voluntariado, totalmente altruista, al año. Una hora a la semana. Pueden elegir dónde y cómo quieren hacerlo, pero nos gusta más que lo hagan en ámbitos educativos. Que vean el poder transformador que tiene la educación, no sólo para ellos, sino también para otros. Y por último les pedimos que asuman el compromiso ético, no legal, de que cuando la vida les vaya bien, ayuden económicamente y con tutoría a otro estudiante en su misma situación actual a través de la Fundación. Tengo una gran curiosidad por ver cómo funciona este último punto en el futuro. ¿Alguna información sobre cómo Fulbright os pide apoyo de vuelta? ¿Qué porcentaje de los premiados participa en las actividades? ¿Y aportando financiación? Esto es lo que hacemos, pero también es relevante cómo lo hacemos:
Somos una fundación que funciona con un principio de Gastos cero. Eso quiere decir que no tenemos gastos de personal o estructura, todos somos voluntarios. Todos los fondos que se obtienen van dirigidos a los estudiantes, o bien directamente en forma de premio o sufragando sus gastos en cursos, herramientas o cualquier otra ayuda que precisen. Somos 175 voluntarios, organizados en Comités. Napoleón decía que, si quieres que algo no funcione, crea un comité. Nosotros tenemos 10 comités diferentes. Y en cada comité hay por lo menos dos personas por función. Viva la eficiencia dirán algunos… Muchos de los voluntarios colaboran como tutores de los estudiantes. Y otros organizando las tareas de la fundación. El segundo principio operativo es que todos los fondos que obtenemos proceden de la sociedad civil, personas físicas o jurídicas, nunca de fondos públicos. Queremos ser independientes y mostrar que la sociedad civil se hace responsable, más allá de pagar sus impuestos, en la tutela de ciertos valores y personas. La fundación se rige por un principio de total transparencia y nuestras cuentas están auditadas (a pesar de no ser obligatorio) y tenemos el sello de máxima calidad entre las fundaciones: Sello de la Fundación, Lealtad.
Algunos nos dicen: Así no arregláis el problema de la desigualdad de oportunidades. O incluso cuestionan que desde la Sociedad civil podamos involucrarnos en esta tarea.
Pero es que nosotros no somos tan ambiciosos y ante los problemas concretos que vemos, actuamos. Como se dice en el Talmud:
Si no soy yo, ¿quién?
si no es ahora, ¿cuándo?
Si no ayudo a un semejante, ¿qué clase de persona soy?
Algunos calificarán nuestra actividad como elitista, y quizás en su sentido peyorativo. ¿Qué le vamos a hacer? No se puede contentar a todo el mundo.
Si por elitista asumimos la creencia de que aquellas personas que tienen talentos superiores deben recibir una formación superior, sí que lo somos. Estamos dispuestos a invertir recursos, tiempo y dinero, en que estas personas alcancen la excelencia y puedan asumir mayores responsabilidades en el futuro de lo que quizás su situación socioeconómica les hubiera permitido. En palabras de un reformista ilustrado: “Tenemos necesidad de élites bien preparadas para mejorar la sociedad. Combinemos la felicidad privada y la pública felicidad”. Élites que no tengan que venir condicionadas por las condiciones económicas o sociales de su familia sino por el talento y esfuerzo de cada cual. Todos están llamados a élite, pero solo quienes se lo ganen deberían acceder a ella. “Aristocracia” del mérito, no del nacimiento.
Miren Uds. España está sistemáticamente por debajo de la media con otros países en casi todos los indicadores de formación de sus estudiantes. A modo de ejemplo en el estudio PISA o en el más reciente PIRLS (encuesta que mide la capacidad lectora y de comprensión de los estudiantes de 4º de la ESO). Y eso, aunque nuestros niveles de inversión por estudiante están en la media de la OCDE.
¿Qué nos dicen los datos? Pues nos dicen que nuestro problema está en que los mejores estudiantes que tenemos, ni son tan buenos como los mejores de otros países ni tenemos una proporción equivalente. Tenemos una menor proporción de estudiantes brillantes. En España hemos hecho un esfuerzo evidente en reducir las tasas de abandono escolar. En los últimos 20 años se ha pasado de una tasa de abandono del 38% (estudiantes que no terminan la formación obligatoria) a un 12% aproximadamente. No sé si ello es porque hemos mejorado las técnicas de educación o motivación, o porque hemos rebajado el listón, pero ahí estamos.
Ahora lo que tenemos que hacer es mejorar a nuestra élite. Tienen que ser más y mejores. Y la ejemplaridad de los que tenemos y el trato que les damos debe ser un incentivo para todos. Una de nuestras graduadas en Magisterio, gitana, nos explicaba cómo de raro fue en su entorno que pidiese ir a la universidad. No tenía ningún referente en su familia. Y nos contaba con orgullo como su sobrina de 8 años no quitaba los ojos de los libros porque la tenía a ella como referente y quería ser maestra también. Esos son los ejemplos que tenemos que dar. España está estancada en términos de renta per capita desde 2005. Nuestro diferencial frente a la media de la UE se está incrementando y en los últimos años, 5 países nos han adelantado. Si no hay crecimiento, más bien, pérdida de posición competitiva, las nuevas generaciones tendrán la percepción de que no progresan y su “cabreo” con el sistema irá in crescendo. Y posiblemente esta reacción no sea para bien. A la vista está la efervescencia populista que observamos.
¿Por qué este estancamiento y pérdida de posición relativa y por lo tanto empobrecimiento? Todos los economistas, y en esto no hay polémica, dicen que es porque no está mejorando nuestra productividad. Y la productividad solo mejora por dos vías: o invirtiendo más capital económico o mejorando la formación de las personas (incrementando el capital humano). El nivel formativo general de España ha mejorado indudablemente (más universitarios que nunca, más personas con formación que nunca, etc..). ¿Por qué no mejora entonces nuestra productividad? No soy economista, estudié empresariales que no es lo mismo, pero sí que voy a poner encima de la mesa algunos datos recientes que nos pueden llevar a reflexionar: España ha incrementado su población activa ocupada en casi 500.000 personas desde el 2019 hasta 2023. De ellos, 270.000 en la función pública (un 55% del total empleo creado, cuando en términos absolutos, el sector público en total representa únicamente un 15% aproximadamente) y 230.000 en el sector privado (un 45% del empleo creado, cuando el sector privado representa el 85% del total empleo en España).
De los 270.000 puestos creados en el sector público, un 97% lo han copado personas nacidas en España. De los 230.000 puestos de trabajo netos creados en el sector privado, los trabajadores nacidos en España se han reducido en 235.000 y los nacidos en el extranjero han crecido en 465.000. Si analizamos el perfil formativo de la población inmigrante que llega a España, básicamente con un nivel formativo muy bajo, podemos hacernos una composición de lugar. Lógicamente trabajan en lo que pueden y por supuesto que necesitamos cuidadoras y trabajadores en el campo, en la hostelería o en la construcción, pero esos sectores no son los que generan mayor valor añadido. No es su responsabilidad. Necesitaremos tiempo y recursos para formarles. Los que ya tenemos formados son los que tienen que asumir el reto, el liderazgo. Pero cada uno tiene que sacar sus propias conclusiones y recetas. No es mi función ni el lugar.
Estamos convencidos de que no hay mejor inversión para cualquier individuo y en una sociedad avanzada que invertir en educación. Gracias a ella, los individuos se enriquecen y por ende las sociedades. No creemos que la riqueza sea un bien fijo. Aquí no funciona el primer principio de la termodinámica (la energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma). La riqueza se crea y destruye (la historia de los individuos y de las naciones así nos lo demuestra) y si queremos que nuestros hijos puedan seguir disfrutando del estado del bienestar que tenemos, tendrán que permitir que los más talentosos prosperen en una sociedad justa y puedan poner su talento en beneficio de ellos y de la sociedad.
Ellos formarán parte de la élite (por sus méritos) y los que liderarán y tirarán de los demás. Sin una élite meritocrática, bien formada y agradecida, no hay sociedad que prospere.
Muchas gracias
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